Los orígenes se remontan al año 1992, hace ya casi 20 años, y parece que fue ayer, cuando gracias a la tradición familiar como ganaderos de bravo y mi gran afición al caballo, regido por la genética familiar, me lanzo a este mundo tremendamente apasionante de criar caballos. Quizá por la casualidad de haber nacido en España o por el buen gusto de criar uno de los animales más bellos del mundo. Tanta es su belleza que si a cualquier aficionado al caballo le dicen “crían caballos muy bellos”, la mayoría de aficionados a este mundo, te miran y te dicen: cría Pura Raza Española, sin dudarlo.
Mi comienzo como todos, más o menos acertado y normalmente intentando inyectar rapidez para obtener resultados, empiezas por aprender que todo arte necesita su tiempo y más el arte criar caballos. Fue aquella yegua Alborada que me dio tantos bonitos momentos, que de forma inconsciente propició el nombre de esta yeguada, Yeguada Alborán, Alborada, de línea Lovera.
Silva, Zeolita, Oliva, son nombres que mientras escribo estas líneas, me viene el recuerdo y aún siento ese pellizco de aquellos tiempos que aún sigo viviendo, por eso, sigo en mi empeño, con el sacrificio que tiempo y dinero suponen; ilusión por realizar aquel sueño que un día empecé y estoy seguro llegará.
Hoy día contamos con una punta de unas 40 madres procedentes de las líneas Lobera, Guardiola, Granda y Ventura Camacho, refrescadas con Bocado. A estas madres les pedimos, - que no exigimos porque sólo cabe admiración hacia estos animales- que tengan profundidad en el vientre para el desarrollo del feto, raza, clase, viveza, pero sobre todo, que estén sobradas de nobleza, que sepan cuidar de su cría y que su mirada sea dulce.
Estas madres sin unos buenos sementales, que intentamos sean los adecuados, no nos darían lo que nos mueve de verdad, que la llegada del potrito seleccionado nos haga sentir por dentro la alegría del buen hacer, que el sacrificio merece la pena y que aunque la genética es muy caprichosa merece la pena el estudio de líneas. El tiempo de observación y por qué no decirlo que la suerte nos acompañe. ¿Hay mayor alegría para un ganadero que ver un buen potro con un día? Ese es el motor de mi yeguada y de todos los que la componen.
Sin más paso a decirles los padres que han sido, son y serán de lo que ya he criado, de lo que crio y de lo que espero criar que deseo ir siempre de menos a más, ahí está el reto.
Mi primera apuesta fuerte dentro de la yeguada vino con la adquisición de Expléndido, semental de renombre, caballo del hierro de D. Salvador Sánchez Barbudo, un caballo castaño, grande y que al mirarlo me decía algo. Aún recuerdo el día que fui a por él cuando D. Salvador me decía, te llevas a mi Rod Hudson y así fue, me dejó animales importantes, hay en mi casa animales que han sabido dar la talla en los momentos que vivimos, son campeones de la raza y tienen el TRC pasado.
Todo es bonito pero efímero y cada uno tiene la inquietud de llegar a más cuando llega el primer éxito y ahora mismo me estoy acordando de Hesperia, yegua de mi hierro y campeona de la raza y con el TRC pasado. Uno pide más y buscar nuevos sementales que nos ayuden a aumentar la calidad y a buscar, a pensar en líneas que nos complementen y tras tiempo y esfuerzo llegó Tulipo, caballo del que en la actualidad disponemos de una línea de hembras que nos dan forma, que las miro y son parte de lo que 20 años atrás empecé a buscar. Tulipo caballo tordo, serio, grande y con carácter que al mirarte impone y que te dice, siempre te acordarás de mi porque aquí te dejo mi huella.
Y el tiempo que no se detiene, nos hace seguir y se incorpora a nuestra yeguada Descarado CLXXIX, que decir de él, los que lo han visto dicen que es un caballo que te llama. Caballo tordo, de perfil subconvexo, cuello agregado y sobre todo mucha personalidad y distinción. Tenemos su primera camada y tenemos sus hijos, que llaman como el padre. Pero esto no para y la dinámica sigue y mis ganas de criar y criar mejor, no desaparecen y aquí este año andamos probando a Kobalto que viene de la línea Bodeguero y Tulipo IV, sí otro Tulipo, hermano del gran Tulipo porque formar una línea es trabajo arduo y a veces, muchas veces, hay que recordar de dónde venimos para saber hacia dónde queremos ir.
Dentro de nuestra idea de selección, hacemos especial hincapié en la crianza y manejo, los potros se destetan a los seis meses. A esta edad pasan a zona de potreras tres meses más, tiempo en el que se acarician y se les empieza la doma, estudiando sus reacciones para prever su carácter y entrega.
Es entonces cuando dejamos los potros en libertad hasta los 3 años, para así conseguir mejor desarrollo de huesos y tendones; desarrollándose su físico y psiquis, equilibrio mental necesario para su expresión en las pistas de doma. Contamos con enormes cercas de sierra con una orografía abrupta, que favorece el desarrollo correcto de huesos y tendones.
A partir de los tres años entran en lo que es ya el esquema de trabajo para la doma, que es la finalidad última para la que criamos Pura Raza Español.
En esta casa se trabaja con esmero y es tarea del ganadero detectar la mayor o menor habilidad del potro para comunicar sus miedos, recelos, gustos y preferencias. La crianza de caballos de Pura Raza Española en libertad junto con la intervención de un entrenador especializado nos asegura más nuestra decisión final.
Nuestra línea está adquiriendo personalidad propia y cuyos principales ingredientes son: funcionalidad, raza, belleza, solidez y aptitud para el trabajo. El secreto radica en encontrar el equilibrio, ese tacto para no perder la línea marcada, sino mejorarla, es lo que caracteriza a los grandes ganaderos de caballos.
La yeguada está presente en los concursos más importantes de la geografía española, contando con innumerables premios morfológicos como los obtenidos como “Mejor Ganadería”.